PSICOLOGÍA y DAÑO CEREBRAL...

19 de noviembre de 2008

El Envejecimiento Cerebral


Aunque la vida sea una partida que siempre acabamos por perder, eso no significa que no debamos jugarla lo mejor posible y tratar de perderla lo más tarde posible. [Sainte-Beuve]

Envejecer es un proceso biológico, universal y constituye por ello  un acontecimiento natural en toda vida. No tiene en si mismo un carácter patológico ni mucho menos es algo parecido a una enfermedad, pero sí se caracteriza por una progresiva pérdida o disminución en la eficiencia de ciertas funciones físicas y mentales.

La vejez o senectud, es una fase más de la vida humana (junto con la niñez, adolescencia y adultez) con sus propias peculiaridades. Durante mucho tiempo fue considerada una etapa involutiva y regresiva por excelencia pero, actualmente, se sabe que esto puede presentarse a lo largo de todo el ciclo vital si bien en menor medida o de forma no tan acusada. 

Existen grandes diferencias en la forma en que el ser humano envejece, pudiendo decirse que no hay dos personas que envejezcan de la misma forma. Aquí, las diferencias individuales se hacen notar de forma extraordinaria y todos hemos podido comprobar como el paso del tiempo no afecta por igual a unos que a otros, hay enfermos de Alzheimer con sesenta años y personas de más de noventa que conservan sus facultades mentales íntegras y plenas de lucidez.

Cerebro Normal                   Cerebro con Atrofia 

En líneas generales, y según se demuestra por los hallazgos de la neuroanatomía, con el paso de los años se producen una serie de cambios en la estructura del cerebro humano. Los estudios postmortem muestran una disminución en el peso y volumen del encéfalo, que se caracteriza por incremento en el tamaño de los surcos y ventrículos junto a una disminución en el grosor del córtex cerebral, fenómenos que se han venido englobando bajo el término de Atrofia Cerebral

Atrofia Cerebral con prominencia de los surcos y dilatación ventricular 
                                        [Vista Coronal]
Estas modificaciones propias de un cerebro envejecido son normales, en el sentido de habituales, y no por ello implican una patología neurológica subyacente o indicios de una incipiente demencia. Seguimos aquí la idea expresada por D. J. Selkoe en su obra El Envejecimiento Cerebral (1992) donde se afirma lo siguiente:

A pesar de la pérdida neuronal y las alteraciones bioquímicas producidas en el cerebro en edad avanzada, en muchos individuos estos cambios no ocasionan una merma apreciable en sus capacidades cognitivas y creadoras.

Antes de los 46 años Francisco de Goya ya era un pintor de extraordinario talento pero sus cuadros poseían cierto encanto pero resultaban predecibles y quizás convencionales en opinión de algunos. En el año 1792 Goya comienza a sentirse algo aturdido, con náuseas y alucinaciones que desembocan en una parálisis del lado derecho de su cuerpo y una evidente dificultad para articular palabras. Con el tiempo se recuperaría de estos síntomas pero no sin dejarle algunas secuelas en forma de sordera crónica y problemas de visión. Su estado de ánimo también se alteró volviéndose más sombrío y depresivo.

Muchas décadas después (a principios de 1960) un médico escribía, en la revista New York State Journal of Medicine, un artículo en el que intentaba encontrar una explicación a los síntomas que había sufrido el pintor, todo había sido producto de un envenenamiento progresivo con plomo y mercurio, unas sustancias presentes en los pigmentos que utilizaba para realizar sus pinturas. En Medicina este síndrome recibe el nombre de Saturnismo (envenamiento crónico por plomo) y se caracteriza por afectar al sistema nervioso central y parece imitar, curiosamente, ciertos síntomas característicos del envejecimiento cerebral. 


Saturno devorando a un hijo [Francisco de Goya]
Lo más curioso de toda esta historia es que Goya a partir de entonces comenzó a desatar su creatividad pintando de una forma novedosa y muy adelantada a su época, algo que contribuiría a convertir su pintura en imperecedera y su arte en universal.

Este hecho histórico-biográfico, nos sirve muy bien aquí para ilustrar como ciertos cambios en los tejidos cerebrales pueden afectar al comportamiento e incluso a la creatividad. En el caso de Goya la neurotoxicidad influyó muy positivamente en su obra, aunque no tanto en sus estados de ánimo.


El Exorcismo [Francisco de Goya]
En la vejez parece ocurrir algo similar dándose una curiosa dualidad: en muchas personas el progresivo envejecimiento y deterioro neuronal devendrá en problemas de tipo cognitivo o afectivo, y en otras, agudizará su lucidez o sabiduría. Los mecanismos que parecen subyacer a este fenómeno no están todavía suficientemente aclarados e investigados, pero se habla de conceptos como reserva cerebral y reserva cognitiva para explicar estas diferencias (algo que se comentará con más detalle en un futuro artículo del blog).

Existe un miedo que empieza a manifestarse según pasan los años, se caracteriza por la idea de que al envejecer terminaremos dementes. En mi experiencia profesional con personas mayores he constatado esta aprensión, especialmente cuando la persona comienza a sentir que ya no recuerda las cosas como antes, que le ocurren ciertos "olvidos" o más técnicamente: ciertos fallos benignos de memoria, algo que en si mismo no es patológico y que comienza a hacer acto de presencia a partir de los 50 años, aproximadamente. 
La respuesta que suelo dar en estas ocasiones es siempre la misma...envejecer conlleva cambios inevitables en nuestras funciones mentales (principalmente en la memoria reciente y en la velocidad a la que procesamos la información) pero es algo que resulta normal y con lo que hay que contar. Quizás cuando nos hacemos mayores aprendemos las cosas a un ritmo distinto al de nuestra juventud, pero continuamos siendo capaces de aprender y de recordar lo aprendido. 

La demencia es otra cosa, es algo más que la mera pérdida de memoria o la ocurrencia de olvidos (uno de los primeros síntomas en el caso del Alzheimer ) pues debe ir necesariamente acompañada de otros déficit cognitivos como dificultades en la capacidad de orientación o en el propio lenguaje, entre otros.

Algo que sí nos va a ocurrir a todos es que nuestras neuronas envejecerán irremediablemente con el paso de los años, al igual que lo hará nuestra piel o el resto de nuestros órganos y sentidos. Por ejemplo, se reducirán el número de nuestros neurotransmisores (o moléculas que actúan como mensajeros químicos entre las neuronas y que las ayudan a comunicarse entre sí) y especialmente uno llamado acetilcolina, un neurotransmisor que disminuye de forma muy severa en la enfermedad de Alzheimer y que está muy implicado en el cambio de nuestros procesos de memoria a medida que envejecemos.

Neuronas [Vista Tridimensional]

Es también conocido por la neurociencia que, a medida que envejecemos. se producen importantes procesos de muerte neuronal. Se calcula que perdemos entre 30.000 y 50.000 neuronas al día, por lo que al llegar a los 65 años habrán desaparecido algo más del 10% de las neuronas que teníamos en nuestra juventud...¡Entonces!...¿Cómo explicar lo siguiente? y es algo que todos podemos comprobar, todas esas personas que pasan de los 80 años con sus capacidades mentales conservadas y en bastante buen estado. Una explicación posible es la que se apoya en un hecho que cada vez despierta un mayor interés en la investigación, la denominada plasticidad neuronal y que se aborda en esta otra entrada del blog:


                          Sobre Ramón y Cajal, El Cerebro y la Vejez


[VIDEOS]




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17 de noviembre de 2008

La Demencia y su Repercusión Psicológica en la Figura del Cuidador


"Cada jirón causado por el deterioro de la edad es testigo de una vida vivida, y si se ha vivido bien la senilidad es digna de respeto, no de compasión" [Rita L. Montalcini]

La demencia, como todo trastorno de tipo neurodegenerativo, produce un gran sufrimiento en el entorno familiar del enfermo. Adaptarse a esta nueva situación y, sobre todo, afrontar los problemas que va a suponer el cuidado de la persona con demencia es una tarea que exige lo mejor pero también nos enfrenta a lo peor. Cualquiera que conozca de cerca, o por propia experiencia, lo que esta enfermedad provoca en la mente y conducta de la persona afectada sabrá que lo dicho no constituye ninguna exageración.

Tradicionalmente, la figura del cuidador ha sido la de una mujer (casi siempre esposa, hija o nuera del enfermo) que ha asumido voluntariamente esta difícil y encomiable labor. De hecho, las estadísticas en nuestro país (España) nos dicen que 8 de cada 10 personas que cuidan a un familiar mayor son mujeres y con una edad comprendida entre los 45 y los 65 años.



Ejercer de cuidador o cuidadora supone muchas y variadas actividades a lo largo del día e implica una gran dedicación de tiempo y energía. Es una tarea que, en la mayoría de las ocasiones, no estaba prevista en los planes de vida y para lo que no se está previamente preparado. Conlleva labores que no suelen resultar cómodas o agradables y podría decirse aquello de que suele darse más de lo que se recibe, aunque de estas o palabras no puede concluirse necesariamente que la persona cuidadora realice esta tarea con desagrado o disgusto, muy al contrario, la mayoría lo hará con gran afecto y ternura a lo largo de muchos años en muchos casos.

Aunque cada situación de cuidado es siempre única y las circunstancias personales que la rodean también, puede hablarse de una serie de ETAPAS (o fases de adaptación) por las que pasaría el cuidador de este tipo de enfermos.

La primera etapa suele suponer una negación de la situación, es esta una respuesta o mecanismo psicológico de autoprotección por medio del cual se intentan controlar los inevitables miedos y ansiedades propios de estas circunstancias. La persona no acepta que su familiar esté enfermando de una demencia, lo que lleva a que se retarde más de la cuenta la necesaria consulta al médico de Atención Primaria y con ello el posterior y probable diagnóstico de demencia por parte del neurólogo. Esta fase es temporal y suele concluir con la inevitable aceptación de los hechos a medida que el enfermo empeora y comienza a perder su autonomía. 

La segunda etapa se caracteriza por la búsqueda de información y la aparición de sentimientos negativos. La persona cuidadora ya ha aceptado la situación y comienza a ser consciente de cómo la enfermedad de su familiar va a alterar profundamente su vida y la de su entorno más próximo. En esta fase, los cuidadores intentan aprender lo más posible sobre la enfermedad y sus causas, siendo esta en muchas ocasiones, otra variante de afrontamiento psicológico ante la difícil situación que les aguarda. Es también en esta fase cuando comienzan a aparecer una serie de actitudes y sentimientos negativos que desembocan en malestar e incluso enfado ante lo que a uno le ha tocado. El cuidador se pregunta ¿Por qué ha tenido que pasarme esto a mí? y puede llegar a vivir todo este proceso como el de una especie de "injusticia" que recae sobre su vida. 

Conviene aclarar aquí, que si bien este tipo de pensamientos y emociones son muy perturbadores en sí mismos, constituyen respuestas hasta cierto punto esperables y nada anormales en nuestro psiquismo ante la sensación de pérdida de control de la propia vida o indefensión frente a las circunstancias. Si bien existen más etapas de este proceso, es conveniente detenerse aquí para los propósitos que se persiguen en este artículo y que tienen que ver, precisamente, con las consecuencias o repercusiones psicológicas que suelen presentarse en el cuidador de un enfermo con demencia.



La experiencia que supone el cuidado de este tipo de enfermos (es bueno y conveniente comentarlo) también genera sentimientos de tipo positivo... como la propia satisfacción de cuidar a quien se quiere, o el descubrimiento de aspectos desconocidos y valiosos de uno mismo, entre otros. Pero lo más habitual es que la vivencia de cuidar, día a día, a una persona dependiente y con sus facultades mentales en constante deterioro produzca una serie de consecuencias psicológicas negativas en el cuidador y que se abordan a continuación.

Los variados estados emocionales por los que puede pasar un cuidador se constituyen como un amplio abanico de emociones y sentimientos, entre otros:

- Tristeza, desesperanza y desesperación, como síntomas de tipo cuasi-depresivo que se ven favorecidos por la propia situación de declive progresivo que sufre el enfermo, así como por la disminución de tiempo libre y de ocio en el día a día del cuidador 

Enfado e irritabilidad, reacciones nada infrecuentes cuando el cuidador percibe su labor como poco reconocida o su situación como una especie de injusticia (...¿por qué a mi?).

Preocupación y ansiedad, principalmente, por la salud del enfermo, por el futuro, por no tener tiempo para casi nada y por la sensación de sentirse desbordado por los acontecimientos.

Sentimientos de culpa, muy frecuentes en los cuidadores y que generan un gran sufrimiento agravado por la presencia de pensamientos perturbadores... por haberse enfadado con el enfermo, por sentir que no se hace todo lo que se debería, e incluso en algunas ocasiones, por un deseo velado de que el familiar fallezca pronto y deje ya de sufrir.

En su conjunto, este tipo de sentimientos y pensamientos negativos terminan por obstaculizar o dificultar en gran medida la relación con el enfermo, dañando a su vez el bienestar psicológico del propio cuidador, emociones que en algunos casos se intentarán negar o reprimir con mayor o menor fortuna. Es necesario volver a insistir en que la presencia de estos sentimientos en la vida de cualquier cuidador es algo habitual, y responde a reacciones naturales de nuestro psiquismo en su intento de adaptación a nuevas y difíciles circunstancias

Conviene resaltar que lo más importante no es la propia aparición de este tipo de pensamientos (hasta cierto punto esperables y comprensibles dadas la circunstancias) sino en que medida o intensidad lo van a hacer. Serán excesivos cuando generen una situación de malestar constante e interfieran muy negativamente en las tareas propias del cuidador, o bien cuando perturben de forma grave la relación con el enfermo u otros ámbitos de la vida del cuidador. 

Pero ante todo, debemos saber que resulta posible, y también deseable, aprender a manejar estos sentimientos, pensamientos y emociones para mantenerlos en niveles más moderados. Sólo cuando todo este malestar psicológico resulte muy excesivo o perturbador para la vida cotidiana, será necesario recurrir a profesionales especializados de la psicología y la psiquiatría para su abordaje y tratamiento.

Ya para concluir, incluyo aquí un conjunto de RECOMENDACIONES de tipo general pero muy convenientes para toda persona implicada en los cuidados de un enfermo con demencia, son estas:

1) Ser REALISTA con la situación. La persona cuidadora debe asumir que nunca podrá satisfacer todas las necesidades de un enfermo dependiente. 

2) Aprender a DELEGAR. Es muy necesario que el cuidador solicite y acepte la ayuda que los familiares u otras personas le puedan aportar, sin esperar que esta ayuda llegue por sí sola.

3) ACUDIR a los Servicios Comunitarios, entidades de ámbito público y privado que pueden ser de gran ayuda en el asesoramiento y apoyo al cuidador (Asociaciones de Enfermos; Centros de Día; Servicios de Atención Domiciliaria; etc.)

4) ORGANIZARSE, estableciendo una rutinas y elaborando listas de tareas diarias y semanales a realizar, esto favorecerá que el cuidador tenga más tiempo para sí mismo y se tome los necesarios respiros en su labor.

5) SALIR de CASA un cierto tiempo en días concretos, simplemente a pasear o charlar con alguna amistad, redundará en un inestimable beneficio psicológico para todo cuidador.


** Recomiendo desde aquí la lectura de un artículo complementario a esta información y que el lector interesado también podrá encontrar en este blog:



[AUDIO]

El Día a Día de las Cuidadoras


[VIDEO]


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13 de julio de 2008

La Obra de Miguel Angel y el Cerebro Humano

Sin haber visto la Capilla Sixtina, no se puede uno formar una clara idea de todo lo que un hombre es capaz de lograr [J.W. Goethe]


Michelangelo di Lodovico Buonarroti (1475-1564), más conocido como Miguel Angel, escultor, arquitecto, pintor italiano de renombre universal y genio indiscutible, fue el artista encargado -a partir de 1508- para decorar la famosa Capilla Sixtina, en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, lugar de celebración de cónclaves y elección de nuevos Papas.


LA CREACIÓN de ADÁN y el CEREBRO ESCONDIDO


Hace pocos años un médico llamado Frank Meshberger tras estudiar con detenimiento los frescos de los 38 paneles que forman el techo de la Capilla Sixtina, llega a establecer una asombrosa afirmación: la nube que rodea la figura de Dios en la Creación de Adán representaría una sección transversal (sagital) del cerebro humano.


La Creación de Adán [Miguel Angel, 1510]
Parece ser que Miguel Angel, al igual que Leonardo da Vinci y otros artistas de su tiempo, sintió una gran atracción por el estudio del cuerpo humano. Esto le llevó a visitar el depósito municipal de cadáveres de Florencia, donde a lo largo de muchas noches iría estudiando y conociendo la anatomía del ser humano en multitud de disecciones.

El panel que forma La Creación de Adán contendría una imagen que simbolizaría la concesión de un intelecto al hombre por parte de Dios. Durante más de cuatrocientos años  la interpretación de muchos estudiosos del arte pareció centrarse en cómo la pintura detalla el milagro de la vida que Dios concede al hombre, una visión que es ampliada y corregida por los comentarios del Doctor Frank Meshberger. Según las conclusiones a las que parece llegar este estudioso, podrían identificarse en La Creación de Adán muchas de las estructuras propias del encéfalo humano, concretamente, en la capa que arremolina a los ángeles alrededor de la figura del Supremo Creador.


Según Meshberger, resultaría inconfudible la representación de la glándula pituitaria (Pituitary gland -en la figura inferior-), la salida de la médula espinal (Spinal cord) y la denominada cisura de Silvio (Sulcus) que separa el lóbulo frontal del temporal, así como la estructura encefálica conocida como puente (Pons).

Identificación de Estructuras Cerebrales [En Inglés]
Vista Real de un Encéfalo Humano [Corte Sagital]

Por otra parte, existe cierta especulación en todo el simbolismo que Miguel Angel habría tratado de plasmar en su obra. Parecen existir estudios de carácter histórico que confirmarían que el artista estuvo muy influenciado por enseñanzas filosóficas de tipo neoplatónico en el momento de pintar La Creación de Adán. Sus escritos parecen reflejar su creencia en el origen divino del arte y de la belleza física y como el intelecto del ser humano es, en sí mismo, propio de una naturaleza divina.

El esbozo del cerebro humano en esta pintura podría ser interpretado como una convicción profunda del artista, en la que cualquier concepto humano sobre Dios es necesariamente insuficiente, y cualquier imagen de Dios una creación de la mente humana.

UNA INTERPRETACIÓN ALTERNATIVA

Desde unos presupuestos explicativos bien distintos, pero basados en nuestros mismos mecanismos de percepción, la "imagen del cerebro" en la Capilla Sixtina podría no ser más que un juego de la mente, similar al que ocurre en nuestra imaginación cuando creemos ver figuras en las nubes o caras en el papel de una pared, fenómeno que recibe el nombre de pareidolia, una tendencia del cerebro humano a encontrar patrones reconocibles en un conjunto de estímulos vagos o indefinidos. 
La semejanza del fresco con la sección transversal del cerebro humano no consistiría entonces en una especie de "código oculto" dejado por el genio de Miguel Angel a modo de mensaje escondido para la posteridad, sino que sería en definitiva una ilusión de nuestra propia mente que cree percibir "algo" donde no existe.


Existen otros estudiosos de la obra que afirman cómo el genio de Miguel Angel parecía disfrutar con la especulación y controversia que solían producir sus creaciones. Muchos piensan que si se le hubiera preguntado entonces por los motivos o el supuesto simbolismo encerrado sus obras, muy probablemente, habría mantenido un enigmático y cómplice silencio.
En definitiva, las dos explicaciones podrían ser ciertas y a la vez excluyentes pero nadie, salvo el propio Miguel Angel, está en condiciones de afirmar cual de las dos es la correcta. Un supuesto enigma que el artista se habría llevado a su tumba o...quizás no ¿?


(*) Para los lectores interesados en admirar las maravillas de esta obra pictórica de Miguel Angel, les propongo el siguiente enlace:


                       Visita Virtual-3D a la Capilla Sixtina
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15 de junio de 2008

Daño Cerebral y Cambios de Personalidad [El Caso de Phineas Gage (I)]

"El hombre debería saber que del cerebro y sólo de él proceden la alegría, el gozo, las tribulaciones, el sufrimiento y los cambios del humor. Y el mismo órgano es la causa de las locuras y los delirios, de los miedos que le asaltan de día y de noche." [Hipócrates, siglo IV A.C.]

Nueva Inglaterra, verano del año 1848, Phineas Gage es un capataz de construcción tiene 25 años y trabaja para el mundo del ferrocarril. Su tarea es delicada y peligrosa, junto a un grupo de hombres que están a su cargo, debe tender una nueva línea férrea a través del estado de Vermont. Los jefes de Gage están muy satisfechos de su trabajo. Es un hombre eficiente y resuelto en su labor, no carente de perspicacia y buen juicio para controlar las detonaciones necesarias para abrir el camino al futuro paso del tren.

Es un caluroso día de verano y, como ya hiciera muchas veces con anterioridad, Gage se dispone preparar una nueva explosión controlada. Es primera hora de la tarde, con ayuda de una vara de hierro Gage hace un agujero en la roca, la llena de pólvora junto con una mecha y lo cubre todo con arena que ha de apisonar con la misma barra metálica pero esta vez algo va a salir mal, una chispa incontrolada provoca una tremenda explosión que hacer salir disparada hacia lo alto la vara de hierro. En su trayectoria, atraviesa la mejilla izquierda de Phineas Gage saliendo por la parte superior de su bóveda craneal, para finalmente aterrizar a más de 30 metros de distancia cubierta de sangre y tejidos cerebrales.


Accidente de Gage  [Recreación 3D / Cráneo Original]
Lo más increíble es que el terrible accidente no ha matado a Gage que sólo parece estar aturdido. Contra todo pronóstico Phineas sobrevive a la explosión, manteniendo su capacidad de hablar, caminar y pudiendo retomar su vida anterior, una vez que le han sido curadas las heridas de su cabeza. En los dos meses siguientes Gage estará repuesto pero no del todo, algo parece empezar a fallar, algo que hace que sus conocidos lleguen a decir que "Gage ya no parece Gage", aunque pueda oir, ver y sentir con normalidad. El médico que llevó su caso (Dr. John M. Harlow) relata como "parecía haberse roto el delicado equilibrio entre sus facultades mentales superiores y las propensiones más viscerales".

Tiempo después Gage se reincorporó a su trabajo como capataz, pero comenzó a comportarse como una persona irreverente, procaz y dado a blasfemar. Se mostraba obstinado en su labor y no eran infrecuentes las discusiones con sus compañeros. Su carácter parecía haberse vuelto caprichoso e indolente. El supuesto "cambio" en la personalidad de Phineas Gage extrañaba a todos los que le habían conocido antes del accidente, cuando se mostraba como un hombre de hábitos moderados, juicio equilibrado y buenas dotes de planificación. Sus patrones acabaron despidiéndolo como capataz en el ferrocarril y Gage comenzó a vagar de un trabajo a otro. En ninguno logró mantenerse mucho tiempo, bien porque volvía a ser despedido por indisciplina o bien porque, de forma impulsiva, terminaba él mismo por abandonarlos sin causa aparente.


Daño Cerebral en Gage [Infografía]
Con el paso de los años, Phineas Gage llegó a trabajar como "fenómeno circense" en ferias ambulantes donde mostraba, con jactancia y orgullo, las terribles heridas del cráneo y la misma barra de hierro que lo había atravesado. Tiempo después emigró a Sudamérica, dedicándose primero al cuidado de caballos en distintas granjas y finalmente como conductor de diligencias. En el año 1860 regresa a los Estados Unidos, trabajando aquí y allá como jornalero ocasional. Terminó sus días dándose a la bebida y metiéndose en líos de taberna donde no faltaban las peleas. Cuando murió tenía 38 años, se cree que víctima de un acceso epiléptico en el año 1861, sólo y olvidado de todos.

Años después la neurología "resucitaría" a Gage, convirtiéndose su caso en motivo de apasionadas discusiones científicas sobre el papel del daño cerebral en la conducta, pero esto, ya será tema para un próximo artículo.


Accidente Phineas Gage [Animación 3D]




El Accidente y sus Consecuencias (*)


(*) En el vídeo existe un comentario erróneo (quizás debido a un fallo del doblaje)... no es el lóbulo temporal el dañado sino el lóbulo frontal, como ya hemos venido comentado a lo largo de este post.

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22 de mayo de 2008

Mente y Cerebro (y II)

"Un ser humano al que se le impidiera tener experiencias estimulantes y significativas desde los primeros días de su vida poseería un cerebro, pero no una mente. En definitiva, nuestra mente es nuestro cerebro y tal como se ha ido formando." [Edoardo Boncinelli]


Comenzábamos a exponer en un anterior artículo Mente y Cerebro (I) la enigmática y siempre espinosa relación entre estas dos entidades.

Una de las cuestiones que nos podemos plantear ahora es... ¿Cómo explicar desde una postura dualista que una sustancia inmaterial, como la mente, interactúe con algo material como el cerebro? Es este un problema irresoluble desde esta perspectiva, sin embargo, considerar a la mente fruto de la actividad cerebral es una hipótesis no carente de apoyos empíricos y de investigación.

Decíamos que la identidad mente-cerebro se hace evidente para todos nosotros en muchos fenómenos de la vida real y cotidiana. Por ejemplo: el propio trastorno mental con base en un desequilibrio hormonal o neuroquímico (véase una depresión postparto y la trágica experiencia de idear o desear la muerte del niño por parte de su propia madre). Otro ejemplo, podría ser la conocida capacidad de ciertas drogas psicotrópicas para alterar los estados de conciencia (véase el famoso LSD o plantas alucinógenas como el Peyote). También nos resulta bien conocida la forma en que operan ciertos ansiolíticos (véase benzodiacepinas) para mitigar estados psicológicos bien conocidos y molestos, o la peculiar reacción del alcohol al llegar a nuestro cerebro, con la consiguiente desinhibición en la conducta y sus consecuencias no siempre agradables. En definitiva, todos estos ejemplos (y muchos más que se nos podrían ocurrir a todos) no dejan de ilustrar aquella frase atribuida a William James (uno de los padres de la moderna psicología) "Toda experiencia tiene una base cerebral".

Hablaremos ahora, y de forma concisa, de la teoría neurobiológica del investigador G.M. Edelman para intentar dar algo de luz sobre esta oscura pero apasionante relación de nuestro cerebro y nuestra mente.

Si pensamos en la misma vida del feto en desarrollo podemos hablar -según Edelman- de cómo se van gestando en ese cerebro intrauterino complejos esquemas de redes neuronales. Estos esquemas irán adquiriendo experiencia tras el nacimiento del bebé. La progresiva acumulación de impresiones vividas, de experiencias acumuladas en la niñez, irán enriqueciendo las conexiones en estas redes de neuronas. En definitiva, el cerebro se irá construyendo en su relación con el mundo real y sus innumerables estímulos.
Comenta Edelman, como el mundo es creado por el cerebro no estando en realidad hecho del modo en que lo percibimos. Nuestros distintos sentidos es como si tomasen "muestras" del mundo para construir los denominados mapas cerebrales. Según Edelman, estos mapas perceptivos son el comienzo, el primer paso, en nuestro desarrollo psicológico y precederían a la aparición de la propia conciencia.

El resto de especies de mamíferos, poseerían un tipo particular de conciencia más primaria que sólo contendría imágenes mentales del presente pero sin la sensación de la existencia de un pasado o un futuro. A fin de cuentas, todavía no se ha constatado que perro o gato alguno añore los buenos momentos vividos o se ilusione por un futuro prometedor.

Bromas aparte, no podemos dudar de que nuestra capacidad de conciencia es de un tipo muy especial, única en el reino animal, pues tenemos la consciencia de tener conciencia. Somos conscientes de ser quien somos, de ser un yo en el mundo que rompe las cadenas del aquí y el ahora para dejarnos añorar, soñar despiertos e imaginar incluso mundos imposibles.



Edelman nos recuerda que la conciencia es un proceso y no una sustancia o algo en si misma, es además personal y cambiante con el paso del tiempo. Todo lo que hay en ella tuvo que haber sido previamente objeto de reflexión o vivencia en nuestro comportamiento. Es, en definitiva, una conciencia "de" o "sobre" las cosas y experiencias vividas. Parémonos a pensar sino cómo se nos manifiesta realmente nuestra propia conciencia y lo que alberga en cada uno de nosotros.


En su reciente y muy interesante libro divulgativo Breve Historia del Cerebro, el profesor e investigador español Julio González reflexiona (en los últimos capítulos) sobre estas cuestiones a medio camino entre la neurociencia y la llamada filosofía de la mente. Nos propone este autor un interesante símil para tratar de ilustrar cual sería el grado de comprensión que la neurociencia actual tendría sobre la relación mente-cerebro:


Respecto a la comprensión profunda de este órgano y cómo su funcionamiento genera una mente consciente (...) quizá nuestro nivel de comprensión del cerebro no sea mayor que el que pudiera tener un medieval, o, si se prefiere, alguien de la época victoriana, sobre un televisor con el que se tropezara en funcionamiento. Comprobaría que moviendo ciertos botones se altera la voz o la imagen, que unas partes están más calientes que otras, etcétera, pero tendría que esperar al advenimiento de la teoría electrónica de la materia para entender su funcionamiento. Tal vez ahora suceda otro tanto sobre nuestra comprensión de por qué los circuitos neurales generan experiencias conscientes y necesitemos un nuevo paradigma que lo haga posible. [Pág. 266]  
                                                         Breve Historia del Cerebro (Ed. Crítica, 2010)


También se comenta en esta recomendable lectura, un conjunto de atrevidas hipótesis propuestas para poner algo de luz en uno de los más oscuros misterios de la neurociencia...¿cómo puede surgir la conciencia de un conjunto de millones de neuronas cerebrales?. Entre otras, me ha parecido interesante destacar aquí la del físico y matemático Roger Penrose que relaciona la emergencia de la conciencia como resultado de la existencia de procesos propios de la física cuántica en el interior de las estructuras más íntimas de las neuronas (los microtúbulos).


Por otra parte, aunque los neurocientíficos en la actualidad defienden una postura explicativa de carácter monista en la relación mente-cerebro (la mente como producto exclusivo del funcionamiento del cerebro), existen algunas excepciones notables como la del filósofo Karl Popper y el neurofisiólogo John Eccles que defenderían una postura dualista en esta relación.


                                                       [VÍDEO]

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21 de mayo de 2008

Mente y Cerebro (I)

"En el principio era el cerebro secreto. El cerebro encerrado y soldado en el pensamiento"  [Dylan Thomas, Poesías]
                              
El príncipe examina el cráneo exhumado de su bufón y recuerda como aquella cavidad vacía albergó en su día un cerebro humano:
Déjame ver (Examina la calavera.)
¡Ah, pobre Yorick! Yo le conocí. Era un hombre sumamente gracioso, y de la más fecunda imaginación. Aquí estuvieron aquellos labios donde yo di numerosos besos. Esta calavera supo guardar una lengua, ¡que hasta cantó alguna vez!  [Hamlet, acto V, escena II]


Ya en la obra del genio de Shakespeare aparece este inquietante interrogante...¿Todo lo que somos está en nuestro cerebro y sólo ahí? 

El pensador francés Rene Descartes planteó en su obra filosófica una separación entre las entidades mente y cerebro (postura dualista), algo que hoy no se mantiene ni defiende desde ninguna de las ciencias del cerebro (neurociencias), hablándose de "un todo psicofísico" donde mente y cerebro se interrelacionan haciendo depender la existencia de la primera del buen funcionamiento de la segunda (no hablamos aquí del alma, un concepto metáfisico y circunscrito estrictamente al ámbito de la fe y las creencias).

Todos en mayor o menor medida, directa o indirectamente, hemos sido testigos de las terribles repercusiones del daño cerebral en la mente, en el yo de una persona, por ejemplo, podemos pensar en cómo era aquel esposo para su mujer e hijos antes de enfermar de Alzheimer y entonces, ante hechos como estos uno podría preguntarse...¿dónde está ahora aquel yo que parece ya no estar?, ¿dónde están su personalidad, su ingenio, su humor y su grata conversación? Sí, ciertamente, las  trágicas consecuencias que sufre el cerebro en una enfermedad neurodegenerativa como el Alzheimer terminan, inevitablemente, afectando a  toda la psicología y personalidad del enfermo.



En el prólogo de un pequeño pero más interesante libro titulado El Cerebro [Jacques-Michel Robert; Editorial Debate 1995] se dice lo siguiente:

Sopesar, observar un cerebro humano retirado del formol o de un congelador genera admiración e interrogantes. En primer lugar, es pesado, muy pesado. No hay en nuestro cuerpo un órgano más denso.
En las profundidades de sus comprimidos repliegues, blancuzcos, subsiste la huella del ser al que animó, de lo que vió, comprendió, pensó, de lo que lo emocionó, consternó incluso, todo lo que fue la vida de un niño, de un adolescente o de un ser maduro, sus dudas y sus elecciones, sus amores y sus odios, sus prejuicios y sus proyectos

Sin duda, este es el problema número uno de las neurociencias y su mayor y más enigmático interrogante...llegar a conocer cómo mente y cerebro se relacionan. Hoy en día, y gracias a los nuevos métodos de exploración cerebral es posible ver y estudiar las distintas actividades mentales (percepción, memoria, emoción, pensamiento, etc.) y su localización en las áreas cerebrales donde estas parecen tener lugar. Así, modernas técnicas de neuroimagen como las denominadas PET SPECT son capaces de visualizar el mismo funcionamiento del cerebro cuando este se halla ocupado en alguna actividad cognitiva, y gracias a estas nuevas tecnologías se está ahondando en una mayor y mejor comprensión de la relación mente-cerebro como no se había logrado hasta ahora.

En un próximo artículo, comentaré una teoría del neurobiólogo G.M. Edelman, investigador que ha estudiado en profundidad los procesos que tienen lugar en el cerebro humano y su relación con las actividades propias de la mente.


                                                    [VIDEO]


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2 de mayo de 2008

La Neuropsicología y El Daño Cerebral

"Allí donde está el dolor, está también lo que lo salva" [Hölderlin]

Un buen amigo mío, me comentaba como le producía cierto desasosiego pensar que una pequeña lesión, una rotura en alguna arteria cerebral o un mal golpe nos pueden convertir en alguien que ya no es el que era, y lleva razón mi amigo, pero es algo en lo que no solemos pensar y algo que nos suele pasar desapercibido.

Nada está más alejado de mi intención que preocupar o generar sentimientos hipocondríacos con estas palabras, pero es muy cierto que nos olvidamos de este "omnipresente amigo" encerrado bajo los huesos de nuestro cráneo. Nos olvidamos sí, hasta que algo en el cerebro comienza a fallar o hasta que sabemos que algo le pasa en la cabeza a esa persona conocida, estimada o querida. Hablamos aquí del llamado daño cerebral y de todas aquellas circunstancias que pueden afectar a este órgano de materia gris y arrugada. De todos esos síndromes que puede padecer nuestro cerebro (a veces tan extraños y enigmáticos) bien sabe la todavía corta historia de la neurología y la neuropsicología. Son ciertas lesiones cerebrales congénitas o sobrevenidas, o determinados daños neurodegenerativos (como ocurre en las demencias) los que nos hacen tomar conciencia de la enorme relevancia del cerebro en nuestro vivir cotidiano y satisfactorio.


De todas estas cosas pretende modestamente informar el blog que ahora visitas, no para preocupar, sino para informar ya que mi intención es ir abordando distintos tópicos de la neuropsicología, de lo que estudia y de todo aquello en que nos puede ayudar. 

La Neuropsicología es una disciplina científica fundamentada en los descubrimientos y hallazgos de otros saberes científicos afines, como la neuroanatomía, la neurofisiología y la psicología principalmente, y que junto a otras ciencias dedicadas al estudio del cerebro conforman las llamadas neurociencias. En concreto, la neuropsicología estudia las relación entre nuestras estructuras cerebrales macroscópicas (hemisferios, lóbulos regiones y áreas encefálicas) y las llamadas funciones cognitivas (atención, percepción, lenguaje, memoria, o razonamiento), interesándose también por las alteraciones en la afectividad o nuestro comportamiento producto o consecuencia de la existencia ciertas lesiones o disfunciones cerebrales.




Es un saber neurocientífico no sólo de carácter teórico sino también clínico,  ya que a través de distintos procedimientos de evaluación (tests neuropsicológicos) y técnicas de rehabilitación intentará ayudar en el proceso de recuperación de una persona afectada por alguna forma de daño cerebral. Es esta una materia de muy corta historia (principalmente desarrollada a lo largo del siglo XX) pero de prometedor futuro y que cada vez está más presente en nuestra sociedad. Es precisamente esta sociedad, y cada uno de nosotros en particular, el que debería plantearse la siguiente pregunta: ¿se hace necesaria la rehabilitación de una persona que ha sufrido un daño cerebral?...creo que casi todos daríamos una respuesta afirmativa a esta pregunta, aún cuando la realidad actual de nuestro sistema público sociosanitario (y me refiero aquí al español) es que todavía dispone de muy escasos profesionales y recursos para atender adecuadamente este tipo de daños.

En definitiva, cómo no ayudar a la recuperación de una persona que ha tenido la mala fortuna (pensemos que aquí jugamos todos) de sufrir un daño cerebral, ya sea en forma de un accidente cerebrovascular (véase un ictus o un infarto cerebral) o bien por un accidente de tráfico que le ha privado de su memoria o de su lenguaje. La casuística es abundante, los accidentes cerebrovasculares (ACV) y los traumatismos craneoencefálicos (TCE) ocurren cada día en cientos de personas, ocasionando que su vida cambie drásticamente. ¿Cómo hacer que su vida vuelva a ser la de antes?...que pueda volver a hablar, a recordar, o a comportarse como aquel que siempre fue. Sí, gran empresa esta y  de grandes pretensiones, pero que día a día muy cualificados y entregados profesionales anónimos ayudan a que esto no sea sólo una quimera o un conjunto de buenas intenciones, pues los efectos de la rehabilitación neuropsicológica son ciertos, y tan reales como la vida de aquellas personas a las que ayuda.


La Neuropsicología Clínica, es innegable, ayuda a las personas pero también nos ayuda a comprender y valorar todo aquello que nos hace ser humanos, algo que depende de que nuestro cerebro funcione bien aunque, y esto es creencia personal, la esencia más profunda de nuestro ser subsiste al daño cerebral por grave y deteriorante que haya sido, ya que la dignidad y grandeza del ser humano no la puede extirpar lesión o degeneración cerebral alguna. Por todo ello, no puedo concebir otra forma de neuropsicología que no sea aquella que vela y proteja esta dignidad humana hasta el final, que es ante todo una vocación y una forma de humanismo.


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